Venit finis,
finis venit.
El fin llega,llega el fin.
Ez., VII,
2.
PUNTO PRIMERO
Con la muerte acaban las
riquezas
Llaman los mundanos feliz solamente a quien
goza de los bienes de este mundo, honras, placeres y riquezas. Pero la muerte
acaba con toda esta ventura terrenal. ¿Qué es vuestra vida? Es un vapor que
aparece por un poco (Stg., 4, 15). Los vapores que la tierra exhala, si acaso,
se alzan por el aire, y la luz del sol los dora con sus rayos, tal vez forman
vistosísimas apariencias; mas, ¿cuánto dura su brillante aspecto?... Sopla una
ráfaga de viento, y todo desaparece. .. Aquel prepotente, hoy tan alabado, tan
temido y casi adorado, mañana, cuando haya muerto, será despreciado, hollado y
maldito.
Con la muerte hemos de dejarlo todo. El
hermano del gran siervo de Dios Tomás de Kempis preciábase de haberse edificado
una muy bella casa. Uno de sus amigos le dijo que notaba en ella un grave
defecto. «¿Cuál es?»—le preguntó aquél—. «El defecto— respondió el amigo—-es
que habéis hecho en ella una puerta.» «¡Cómo!—dijo el dueño de la casa—, ¿la
puerta es un defecto?» «Sí—replicó el otro—, porque por esa puerta tendréis
algún día que salir, ya muerto, dejando así la casa y todas vuestras cosas.»
La muerte, en suma, despoja al hombre de
todos los bienes de este mundo... ¡Qué espectáculo el ver arrojar fuera de su
propio palacio a un príncipe, que jamás volverá a entrar en él, y considerar
que otros toman posesión de los muebles, tesoros y demás bienes del difunto!
Los servidores le dejan en la sepultura con un vestido que apenas basta para
cubrirle el cuerpo. No hay ya quien le atienda ni adule, ni, tal vez, quien
haga caso de su postrera voluntad. Saladino, que conquistó en Asia muchos
reinos, dispuso, al morir, que cuando llevasen su cuerpo a enterrar le
precediese un soldado llevando colgada de una lanza la túnica interior del muerto,
y exclamando: «Ved aquí todo lo que lleva Saladino al sepulcro.»
Puesto en la fosa el cadáver del príncipe,
deshácense sus carnes, y no queda en los restos mortales señal alguna que los
distinga de los demás. Contempla los sepulcros— dice San Basilio—, y no podrás
distinguir quién fue el siervo ni quién el señor. En presencia de Alejandro
Magno, mostrábase Diógenes un día buscando muy solícito alguna cosa entre
varios huesos humanos. «¿Qué buscas?»—preguntó Alejandro con curiosidad—.
«Estoy buscando—respondió Diógenes— el cráneo del rey Filipo, tu padre, y no
puedo distinguirle. Muéstramelo tú, si sabes hallarle.» Desiguales nacen los
hombres en el mundo, pero la muerte los iguala, dice Séneca. Y Horacio
decía que la muerte iguala los cetros y las azadas. En suma, cuando viene
la muerte, finís venit, todo se acaba y todo se deja, y de todas las cosas del
mundo nada llevamos a la tumba.
AFECTOS Y PETICIONES
Señor, ya que dais
luz para conocer que cuanto el mundo estima es humo y demencia, dadme fuerza
para desasirme de ello antes que la muerte me lo arrebate. ¡Infeliz de mí, que
tantas veces, por míseros placeres y bienes de la tierra, os he ofendido a Vos
y perdido el bien infinito!...
¡Oh Jesús mío, médico celestial, volved los
ojos hacia mi pobre alma; curadla de las llagas que yo mismo abrí con mis
pecados y tened piedad de mí! Sé que podéis y queréis sanarme, mas para ello
también queréis que me arrepienta de las ofensas que os hice. Y como me
arrepiento de corazón, curadme, ya que podéis hacerlo (Salmo 40, 5). Me olvidé
de Vos; pero Vos no me habéis olvidado, y ahora me dais a entender que hasta
queréis olvidar mis ofensas, con tal que yo las deteste (Ez., 18, 21). Las
detesto y aborrezco sobre todos los males... Olvidad, pues, Redentor mío, las
amarguras de que os he colmado. Prefiero, en adelante, perderlo todo, hasta la
vida, antes que perder vuestra gracia... ¿De qué me servirían sin ella todos
los bienes del mundo? Dignaos ayudarme, Señor, ya que conocéis mi flaqueza. . .
El infierno no dejará de tentarme : mil asaltos prepara para hacerme otra vez
su esclavo. Mas Vos, Jesús mío, no me abandonéis. Esclavo quiero ser de vuestro
amor. Vos sois mi único dueño, que me ha creado, redimido y amado sin
límites... Sois el único que merece amor, y a Vos solo quiero amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario